Un grupo de ingenieros de la Universidad de Manchester, deseosos de construir el mayor dron del mundo, decidieron no sólo batir el récord mundial, sino también intentar no infringir la legislación británica sobre vehículos aéreos no tripulados al hacerlo. La legislación británica permite volar drones sin permiso siempre que su peso al despegue no supere los 25 kg. Siguiendo esta norma, el equipo diseñó un dron que pesaba 24,5 kg y medía la friolera de 6,4 metros de ancho.
El diseño tiene un armazón de caja hecho de espuma de 5 milímetros de grosor. Cada pieza se cortó con precisión con láser, y todos los componentes se pegaron entre sí. El marco resultante se pegó con una fina capa de cartón. Así se consiguió una relación óptima entre resistencia, peso y dimensiones del aparato. Los desarrolladores colocaron en el armazón 4 motores eléctricos compactos, un paquete de baterías y elementos del sistema de control.
